La brevedad de un discurso narrativo es un arte y una disciplina difícil de lograr. Desde Borges, Cortázar, Pedro Antonio Valdés y otros autores se ha puesto en práctica esta escritura creativa. En
Tipologías Ocultas la
Dra. Yasmine Cruz Rivera incluye bajo el título de Narratipología XIX el conjunto de cuentos denominados: Atisbos Narrativos de los cuales ofrecemos dos ejemplos.
¿EL JUICIO?Una mañana de súbito se abrieron los cielos y ante toda la humanidad perpleja apareció El Ojo de Dios. Los hombres y mujeres del planeta congregaron a sus líderes religiosos y vinieron de todos los lugares obispos, pastores, fakires, maestros, rabinos, presbíteros, diáconos y diaconisas, sacerdotes y sacerdotisas, ministros y ministras de órdenes, sectas e iglesias distintas y distantes. No se hicieron esperar las profecías, las lecturas bíblicas, el rezo del Corán, El Talmud y los Vedas. La pregunta que todos hacían en su propia lengua y creencia en esta Babel futurista era idéntica: ¿Nos salvaremos o la humanidad será condenada? Habían esperado por siglos y siglos y no sabían aún la respuesta. Mientras divagaban y especulaban sobre el asunto inminente, un deambulante con cara de pordiosero tildado como veterano loco de cientos de guerras, escoria social y paria maldito; rompió la reflexiva postura del mundo y comenzó a gritar:
-Su parpadeo está en clave. Su mensaje está en Morse, es código Morse, ¿no lo ven?
-¿En Morse?- pensaron todos, pues ya nadie estudiaba ese lenguaje arcaico e inútil y desde hacía siglos habían destruido todos los manuales y libros de lenguas y lenguajes profanos y absurdos. Todos usaban ahora la telepatía para comunicarse.
Cuando por fin después de horas, días y meses decidieron preguntarle al hombre y ya estaban dispuestos a escuchar, el viejo deambulante que devariaba por escupir el mensaje del Ojo de Dios al mundo; con millones de otros ojos encima observó al Ojo de Dios y miró a su entorno. El veterano loco, el paria intocable y escoria social por fin murmuró:-El olvido es letal, sé que está en Morse, pero ya no recuerdo cómo descifrar tan antiguo lenguaje.
UN DULCE SONIDOMiró fijamente sus manos y trató de palparlas, pero las manchas de algo sumamente espeso, aceitoso como tinta roja impedían que pudiera verlas. Marcó con su dedo índice y trazo su forma de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo.
-Mmmm,mmm,mmmmmmmmm-Murmuró entre dientes y recordó repentinamente los nombres y adjetivos con que la llamaron y describieron toda la vida: Mocosa mugrienta, Muchachita majadera, maleducada, malcriada, Meona, Malandra malagradecida, malacostumbrada, Mujercita metiche, Madre de mierda, Morena mala, Mujerzuela maldita, Mala muerte...
Cuando llegaron, la mujer policía le sujetó el brazo y la miró con ojos tristes. Entonces, ahí el recuerdo la invadió como relámpago fulminante. Él llegó y guardó sus herramientas de trabajo. Luego de un baño, se tumbó en la cama y se quedó dormido como de costumbre. Ella abrió sigilosamente la puerta para que la madera podrida no rechinara. Tenía el machete entre sus manos y golpeó cada miembro, cada membrana, cada músculo de su cuerpo. Quedó mutilado en instantes. El Gran Masturbador malsano, el Mafioso mafufo, morboso, el Macho, Machito, machista, el Maceta maquiavélico, malicioso, maloliente, el Mujeriego, el Malnacido, el Mamalón, el Mequetrefe, el Maleante, el Malhechor, maltratante, malvado, mañoso, maligno, el Mamarracho malhumorado, manipulador, el Malasangre estaba muerto, bien muerto.
Se vio manchada en esa sangre que brotó como agua estancada y pestilente cubriendo su rostro, sus brazos, su camisa, sus manos. La mujer policía la acomodó en la patrulla e hizo que bajara suavemente la cabeza. Todo en ella se detuvo: Su voz, su pensamiento, su corazón. Sólo sonrió locamente feliz y se sintió libre y liberada por primera vez, sin ataduras. Se palpó nuevamente ambas manos y las dos emes palpitaron para siempre. Volvió a murmurar: Muñeca magnífica, Maestra maravillosa, Madre misericordiosa, Mariposa multicolor. Y el dulce sonido de la M quedó grabado en ella eternamente.